Semanas atrás contamos un poco sobre la increíble hazaña que hicieron Gustavo Camusso, oriundo de Colonia Marina, y Nahuel Baldo de Poteña. Ambos disfrutan del ciclismo y a comienzos de agosto tomaron la decisión se llevar adelante una aventura que jámas se van a olvidar: recorrer mil kilómetros en bicileta, desde la región hasta Mendoza.
Gustavo fue el encargado de planificar la ruta con sus respectivas paradas y posibles lugares de hospedaje. De acuerdo al marinense, una vez que Nahuel le planteó la idea y optaron por realizar el viaje, Gustavo comenzó a contactarse con conocidos que les pudieran dar una mano en cuestiones de alojamiento.
Por su parte, Nahuel, quien es boy scout, empezó a investigar en páginas de cicloviajeros respecto a los elementos que debían llevar y demás. Luego de dos reuniones fugaces donde diagramaron el viaje, puesto que la mayoría lo organizaron todo vía whatsapp, trabajaron en el armado de los carros que irían unidos a sus bicicletas
Lo siguiente fue emprender viaje, en palabras de Gustavo, al principieron había “muchas sensaciones encontradas”. Este no solo fue su primer viaje largo en bicicleta, sino que además fue su primer aventura juntos. Con una amistad reciente y sin saber realmente cuál era su estado físico, fue un “desafío, ir conociéndonos en el viaje, entendernos, tenernos paciencia”.
“Hablábamos de lo que te imagenes, así la cabeza se iba liberando un poco y no ibas pensando en cuánto te faltaba para llegar al otro pueblo” le explicó Camusso a Panorama
A pesar del increíble desgaste físico que significó esta viaje, fueron alrededor de 6 horas de pedaleo por día para llegar a destino, Gustavo no se arrepiente y lo recuerda como “una linda experiencia”. Una experiencia para la cual necesitas “si o si” alguien que te haga compañía a fines de ayudar a livianar las largas horas que pasaban en la bicicleta.
“Había días que nos tocó mucho viento y clima fresco, esos días había que laburar mucho más la cabeza que el físico, apoyarnos psicológicamente nos ayudó mucho”
La aventura fue experiencia pura: disfrutar el paisaje, alejarse un poco de la cotidineidad de la vida y generar nuevos recuerdos arriba de la bici. En este sentido, la ilusión de querer llegar y conocer nuevos lugares alimentaba su deseo y los ayudaba a continuar con su camino: “Llegar a esa meta, estabámos haciendo algo medio loco”.
¿Lo mejor de la hazaña? La llegada a Mendoza definitivamente, según Gustavo la emoción fue tal que los ciclistas no sabían si abrazarse o saltar de la alegría. Nueve días y 900 kilómetros en total fue lo que les llevó llegar hasta la provincia cuyana, las sensaciones no podían ser retenidas y había que largar toda esa felicidad.
“Fue un sueño cumplido, una promesa que él (Nahuel) tenía hacía 10 años pero nunca encontraba otro loco, finalmente encontró uno y le dimos para delante” comentó al respecto Gustavo
Si bien fueron 900 los kilómetros hasta la zona de Cuyo, los 100 que quedaban los completaron recorriendo un poco la provincia. En tan solo un día dedicado a relajarse, pasearon por los viñedos, fábricas de aceita de oliva y disfrutando los paisajes: “Llegar, sentarse y apreciar todo el paisaje fue lo más lindo del viaje”.
La vuelta estaba pensada para hacer un recorrido mucho más tranquilo: los padres de Baldo junto con otros familiares se habían ido a Mendoza en tres autos, así dejaron a disposición de los aventureros una camioneta para que pudieran emprender el viaje de regreso.
Para lo que viene, Gustavo y Nahuel ya están pensando en una nueva aventura. Lo cierto es que el viajecito los dejó con ganas de más y desean realizar otra hazaña el año que viene. Eso sí, la idea es darle más difusión al instagram que armaron (@aventuras.pinkycerebro), organizarse más y recorrer rutas “un poco más entretenidas”.