A comienzos de año una pandemia nos descolocó, cambió nuestros planes, nuestras rutinas y sobretodo nos obligó a decirle que no a muchas cosas. Casi de pelicula, el mundo se puso en stand by y un color gris comenzó a teñir los días de todos. En estos contextos, donde todo parece malas noticias, a veces, surgen casos que nos sacan una sonrisa.
Y así pasó con Sebastián Galleguillo, un nadador sordo de 18 años. Sebastián vive en Florencio Varela, localidad de Buenos Aires y sus padres, Edmundo y Marta, pusieron todo su esfuerzo para cumplirle su sueño.
Sebastián se entrenaba arduamente para las Sordolímpiadas, que tendrán lugar el año próximo en Brasil. Sin embargo, debido la cuarentena no podía continuar con sus entrenamientos. Los primeros días estuvo bien y Sebas se entretuvo haciendo artesanías, pero como un pez que no puede vivir sin agua, el nadador comenzó a mostrarse inquieto por volver a la pileta.
Por eso sus padres, con la 10 bien puesta, construyeron con sus propias manos una pileta de chapas, madera, nylon y una lona gigante. Un accionar cargado de tanto amor que hasta hicieron una caldera para calentar el agua.
El agua como terapia
Sebastián nació prematuro y pasó un mes conectado a un respirador, con tan solo un kilo le hacían transfusiones de sangre. La hipoacusia acompaña a Seba desde su nacimiento y a pesar de crecer como un niño solitario, encontró en el agua un espacio donde se siente pleno.
El pibe de Florencio Varela nada desde los 10 años, la natación funcionó en un comienzo como terapia para su desarrollo cognitivo. Tres años después comenzó a entrenarse a un nivel más elevado junto a su entrenador Guillermo Nobre, y fue entonces que empezaron a verse los resultados: campeón bonaerense en natación adaptada y en los Juegos Nacionales Evita.
Además, quedó primero en aguas abiertas en Chascomús en 500 y 700 metros y desde el 2018 que compite a nivel federado. Desde siempre se sintió cómodo en el agua, tal como contó en dialogo con Infobae. Ahora su mente está puesta en un sueño más grande: las Sordolimpiadas.
Un sueño hecho realidad
Como sabemos, el internet hace su trabajo y las noticias llegan a todos lados. Una pareja de Capital, Justina y Sebastián, leyó la noticia y, conmovidos, optaron por hacer una buena acción. Sebastián, el de Justina, tiene una fábrica de piletas y tras oír la historia del joven nadador, decidió donarle una para que pueda continuar con sus entrenamientos.
Lágrimas de alegría y sonrisas enormes invaden los rostros de la familia Guilleguillo. Sebastián Oviedo es dueño de una empresa que fabrica, vende e instala piletas de fibra de vidrio y con un camión enorme hizo llevar una pileta de 12 metros de largo hasta la casa del Sebastián nadador.
“La historia de Sebastián me llegó al corazón, me partió el corazón. La verdad que al ver la nota me llegó demasiado, por eso no lo dudé. Me largué a llorar y dije ‘a este pibe hay que ayudarlo’” Comentó Oviedo a Infobae
Hace unos meses, Sebastián le pedía desesperado a su mamá que lo deje ir a nadar a unos pozos con agua estancada cerca de su barrio. Hoy, gracias a un acto de total solidaridad, tiene su propia pileta y su corazón es tan grande que decidió invitar a sus compañeros para que puedan entrenar también.
A veces pensamos que todo lo malo nunca pasa y en en nuestro país no existen los buenos actos desinteresados. La historia de Sebastián es el claro ejemplo de que esto no es cierto. El amor de sus padres, su historia y su voluntad llenaron el corazón de cientos de personas que se comunicaron con la casa de Florenvio Varela para donarles agua, cloro, un traje de neopreno y más.